jueves, 26 de noviembre de 2009

EL CAMINO DEL NAGUAL (NAHUATL)
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ANTIGUA TRADICIÓN DE MALACATETICPAC (Milpa Alta)

Dedicado con amor cósmico a mis alumnas.
19 de Noviembre, 2009
~ Chonita ~

Conciente ==> Razonamiento ==> Sentimiento
Subconsciente ==> Discernimiento ==> Imaginación
Inconsciente ==> Reflexión ==> Percepción
Supraconsciente ==> Pensamiento ==> Intuición


Huixilopoxtli in Mollinia
Huitzilopochtli (la voluntad) en Movimiento


En la ruta del Nahuatl, la auto-exploración y la sanación, es bueno ir anotando diariamente en la mente, alma, cuerpo y espíritu; ir anotando las experiencias, los pensamientos, discernimientos, reflexiones, razonamientos, y emociones; de esta manera tendremos ordenados los contenidos de nuestra mente, y empezaremos a distinguir las rutas que informan el rumbo de nuestra vida, (Xineneme ipan Ixtlan).

Muchas y muchos caminos y ejercicios del Nahuatl, darán lugar a pensamientos y emociones, las cuales proporcionarán un punto de partida para escribir. Por otra parte, nacerán ideas concretas para relajar y escribir en tu cuerpo, lo que concierne a cada uno de los puntos energéticos del Chicomoztoc, (siete puntos energéticos de Huitzilopochtli). Una vez comenzado, hallarás material para escribir sobre las cuestiones que te preocupan en la vida diaria, en los recuerdos, en los conflictos que es necesario recorrer para separarlos, en las notas que necesitabas escribir, y que no te has atrevido para enviarlas. Poner por escrito unos pensamientos o emociones, viene a ser como reconocerlos, admitiendo como propio, lo que tal vez no te atrevías a enfrentar… y confiere confianza a lo que quizás estaba confuso. Andando el Camino del Nahuatl con el Huitzilopochtli (voluntad logradora), a su tiempo te encontrarás con una historia del camino, una crónica de tus progresos, mientras avanzas por la vida.

Ilnamiquia – Recordar

Empezaremos por un examen de tu situación actual. Encabeza tu escrito diario, con la fecha y hora: In Tlacayo Huitzilopochtli (Nacimiento de Huitzilopochtli), en una actitud de fuerza de voluntad, y ponte a resumir cómo estás ahora. Que sea más bien como un resumen científico de tu vida. No un examen de conciencia, ni un juicio sobre tus defectos y virtudes. Imagina que estás valorando un universo de posibilidades, y aunque el trabajo sobre tu chicomoztoc normalmente procede de lo inferior a lo superior, en este camino empezaremos por los aspectos espirituales de tu vida.

Tzetzeloa – Lo Espiritual
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¿En qué forma fundamental se basa tu espiritualidad? La respuesta puede variar desde el nombre de un pensamiento religioso, hasta algo tan sencillo como admirar una nube. Si crees que no hay en tu vida ninguna forma de espiritualidad ¿Lo acusas como una pérdida de tiempo, o te parece bien tal como está?

••
¿Es una forma de espiritualidad heredada? Por ejemplo, ¿La fe en algo, o creencia elegida por ti? (¿o ambas cosas a la vez?). Si ha sido elegida por ti ¿qué acontecimientos motivaron esa opción?

•••
¿Estás satisfecho, o satisfecha, con el aspecto espiritual de tu vida?

••••
¿Qué parte de tu vida dedicas a la práctica de tu espiritualidad? ¿Desearías que fuese más grande o más pequeña?

•••••
¿Qué objetivos te plantearías en lo espiritual, si es que tienes algunos? ¿Crees que subsiste alguna programación espiritual relacionada con tu infancia, que te gustaría recuperar, o que, por el contrario, prefieres olvidar?

In Ilhuitl - Lo Mental
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¿Qué partes de tu vida dedicas a las actividades mentales (razonar, discernir, reflexionar y pensar resoluciones, dejar vagar la imaginación). ¿Te gustaría que fuese más grande, o más pequeña?

•• ¿Te parece mentalmente estimulante tu trabajo? ¿y tus amistades te lo parecen? ¿Y tu vida familiar?

•••
¿Cuántos libros lees al mes? ¿Cuántas horas de internet, televisión, discusión laboral, con amistades, u otras distracciones?

•••• ¿Tienes confianza en tu propia capacidad mental? ¿Estás satisfecha, o satisfecho, con ella?

••••• ¿Lo estás en cuanto a tu nivel de estudios?

•••••• ¿Cuál es tu actividad mental favorita, y qué beneficios obtienes de ella?

Mopaquillia – Lo Emocional

¿A lo largo de una veintena ¿en qué estados te hallas la mayor parte del tiempo?

•• ¿Te parece emocionalmente satisfactoria tu vida? ¿Tus relaciones? ¿Tu trabajo? ¿Tu pareja?

•••
¿Qué objetivos desearías alcanzar en lo emocional? (Por ejemplo: más seguridad, menos irritabilidad, más interés por no enojarte, no regañar, no entristecerte, no sentirte importante, más interés por las cosas, ser paciente y prudente?).

In Tonachicahuac – Lo Físico

Ponte en sintonía con tu cuerpo, dedicándole el tiempo necesario. ¿En qué lugares te parece que pierdes el tiempo, abotargado, tenso, adolorido? ¿En qué otros aspectos te hallas lleno de energía, fuente de placer, fuerte, lleno de vida? Profundiza y estudia la cuestión sin juzgar nada. Escribe qué partes de tu cuerpo merecen tu atención, y lo que te parecen, tanto en lo positivo como en lo negativo.

•• En conjunto ¿Qué piensas de tu cuerpo? ¿Le prestas atención? Te hace felíz su manera de conducirse y comportarse? ¿Es un placer vivir dentro de tu cuerpo, o te parece más bien como una carga, excesivamente pesada, que arrastras durante toda la vida? ¿Padeces dolores crónicos, o algún tipo de hipocondría?

•••
¿Cuánto tiempo le dedicas diariamente (en ejercicios, darle masajes, salir a explorar los cerros, cañadas, ojos de agua, estar en contacto con la naturaleza, observar las estrellas, visitar las zonas arqueológicas, hacer el motzotzohua (sexualidad), con plenitud, no por instinto o necesidad, sino por la conciencia cósmica?

•••• ¿Qué objetivos tienes señalados para él? (Por ejemplo, una ortodoncia, un traje nuevo, perder peso o ganarlo, regenerarlo, curarlo, rejuvenecerlo).

Chicomachiotona
(Mapa de los Siete Puntos Energéticos)


Sobre una hoja grande de maguey, o de papel de amate, dibuja la silueta de tu cuerpo, colorea la figura, de manera que cada color represente las sensaciones que las diversas partes del cuerpo te inspiran. Que los colores irradien de aquellas partes en que te sientes más libre. O representa mediante tonos oscuros o ángulos agudos, los bloqueos que padeces. Interrógate acerca de tu conexión con la Tierra, con la espiritualidad, con la amabilidad, con la lealtad. No se trata de reflexionar intelectualmente acerca de ello, sino sentirlo de una manera directa. Confiésate tus sentimientos sin juzgarlos ni ponerlos en relación con ninguna supuesta disciplina o norma, acerca de cómo deberían de ser.

Más tarde practicaremos este mismo ejercicio desde una perspectiva distinta: cuando hayas acabado el cuadro, considéralo en conjunto. ¿Qué impresión te comunica? ¿Qué te parece lo que estás viendo? ¿Sientes compasión, insatisfacción, desencanto, censura, atracción y satisfacción?

Tlenticpia – Los Derechos

Volviendo al Chicomoztoc, pregúntate para cada punto energético: ¿En qué manera ha sido infringido ese derecho en tu vida? ¿Qué has hecho para reivindicarlo?

La finalidad de este interrogante es suministrarle un punto de encaje, un intento para acecharlo, un punto de partida, una valoración. Una vez trabajado el Chicomoztoc, tal vez intentes echar una mirada retrospectiva, releer tu diario y compararlo con tus sentimientos actuales. Sólo así podrás tener la seguridad de que tu derecho y tu izquierdo son el Chicomoztoc.


TZETZELO – PRIMER PUNTO ENERGÉTICO
TLALLI.
~ TIERRA ~
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Este punto energético, fortalece las piernas, es el cóccix, la base de la columna vertebral, los pies rigen el cuerpo, y el intestino grueso. ¿Qué piensas de esas regiones de tu cuerpo? ¿Has tenido alguna dificultad con ellas en algún momento de tu vida?

Cuando termines, apapacha tus pies y habla con ellos sin miedo. Quéjate:

Pies: “Estoy cansada e irritada, nadie hace caso de mi”.
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Tobillos: “Nunca pienso en mi misma; apenas tengo presencia".

Pantorillas: ”Me gusta correr y jugar; estoy oprimida y sobre llevo mucho peso. Quiero ser libre.”

Rodillas: “Me siento vieja y fatigada. No me doblego con facilidad.”

Muslos: “Me siento lenta y torpe. No tiene ninguna gracia eso de llevar mucho peso. Me gustaría divertirme un poco.”

Caderas: “Soy fuerte y robusta. Me gustaría moverme un poco más.

Trasero: “Solo se me utiliza para sentarme, y estoy siempre relegada atrás. Quiero bailar más y que alguien se fije en mi".

Genitales: “Estoy sola. Desearía que alguien me visitara. A veces tengo miedo, pero otras veces excitada".

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OME TZETZELOA – SEGUNDO PUNTO ENERGÉTICO
IXTELOLO YOHUALLI
~ AGUA ~

Este punto energético del punto sacro y la región lumbar, las caderas, y el punto sensible energético. ¿Qué te parecen esas zonas de tu cuerpo? ¿Has tenido alguna dificultad con ellas en algún momento de tu vida?

Nexpactia – El Placer
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El placer nos induce a expandirnos. Si alguien nos toca el hombro, o por otra manera nos obsequia y lo hace de manera leal y desinteresada, tendemos a relajarnos, a permitir que nuestras energías fluyan y se proyecten al exterior. La energía y la conciencia se hallan intrínsecamente inter-relacionadas. Cuando suprimimos nuestros sentimientos, nuestras sensaciones y nuestro flujo energético, también restringimos nuestra conciencia; limitamos el cambio que podríamos experimentar, y dirigimos nuestros esfuerzos al propósito de conseguir que las cosas queden como estaban antes. En cambio, el placer nos ayuda a expandir nuestra conciencia.

Motzotzohua – La Sexualidad
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El placer, la emoción, la dualidad, la sensación: todo ello nos conduce a la sexualidad, a la expresión en que los opuestos se funden en uno. La sexualidad es la experiencia de la atracción, del movimiento, del sentimiento, del deseo, y de la relación… todo ello envuelto en la experiencia gozosa del placer. La dulzura del placer es la xalchichicueyatl (piedra preciosa), joya del chicomoztoc que representa el segundo punto energético. El nombre nahuatl de éste es ixtelolo yohualli, que significa: el ojo que ve de noche con dulzura.

Las prácticas para el segundo punto energético, implica un trabajo sobre las emociones y la sexualidad, así como sobre la fluidez de movimientos a través del cuerpo, teniendo en cuenta que estos no son aspectos separados o independientes, sino intrínsecamente entretejidos. Al mover el cuerpo, movilizamos emociones sumergidas, o deseos sexuales. Al liberar las emociones, hacemos posibles que el cuerpo se mueva con más facilidad, y estaremos más abiertos al placer. La experiencia del placer puede ponernos en contacto con nuestro cuerpo, y ayudar a contrarrestar emociones penosas. Cada una de las prácticas puede mejorar los demás aspectos.
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YEI TZETZELOA – TERCER PUNTO ENERGÉTICO
XICO
~ FUEGO ~


El tercer punto energético influye en el ombligo, el plexo solar, entre el ombligo y la base del esternón.

¿Qué te parece esta zona de tu cuerpo? ¿Has tenido alguna dificultad con ella en algún momento de tu vida?

Nuestro elemento es el fuego, y este punto energético gobierna la creación, y la expresión de la energía en el organismo. El fuego es el gran trasformador, el que convierte la materia en energía, bajo las formas de calor y luz. Y así como nuestros dos primeros puntos energéticos (la tierra y el agua) están sujetos a la fuerza de la gravedad, y fluyen hacia abajo, el fuego envía su calor y sus llamas, hacia arriba. Este cambio es necesario para el proceso trasformacional que implica la ascensión de la energía hacia los puntos energéticos superiores. En lo fisiológico, remite al metabolismo, ese proceso por el cual los alimentos y el agua se trasforman en energía y calor. En los psicológico, se alude a nuestra expresión del poder personal y de la voluntad, así como a los actos creados por la combinación cuerpo-movimiento que viene de abajo, a atemperados por la conciencia que viene de arriba.

Un punto energético saludable implica una sensación de soltura, de facilidad, de calidez. Hay risas, placer, armonía con lo que nos rodea, y la alegría de lo bien hecho, que además responde a un propósito definido. El poder proviene de dentro, sin opresión ni sumisión. No es un poder resultante de la dominación – sobre sí mismo, o a través de otros – sino un resultado de la combinación mente-y-cuerpo, yo-y-otros, pasión-y-compasión.

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NAHUI TZETZELOA – CUARTO PUNTO ENERGÉTICO
YEYECATL
~ CORAZÓN ~


El cuarto punto energético está centrado en los temas del amor y la compasión, así como en el elemento aire.

Dedica un poco de tiempo a reflexionar sobre los conceptos siguientes: recibir, aliento, afinidad, gracia, dar, equilibrio y paz. Esta energía interesa al corazón, así como a la parte superior del tórax y de la espalda. ¿Qué sentimiento te inspiran esas partes de tu cuerpo? ¿Has sufrido alguna dificultad en ellas en algún momento de tu vida?


YEYECATL
~ AIRE ~

El órgano cardíaco es el centro del amor, la compasión, el equilibrio y la paz. Su elemento es el aire, el más ligero de todos. El aire es el elemento de la respiración, del oxígeno inyectado en nuestra corriente sanguínea con cada latido de nuestro corazón. Los pulmones, conforme se llenan de de aire y se vacían, son como las ramificaciones, y los brotes del órgano cordial. Las células del corazón laten al unísono, y lo hacen sin cesar desde el seno materno, y durante toda la vida. Al trabajar con el aire, en nuestra interacción con el aire mediante la respiración, adquirimos acceso a los aspectos físicos y espirituales.

QUIMAQUILLIA – DAR
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Regala una sonrisa a una persona desconocida que padezca tristeza; dona dinero para una causa humanitaria; dedica una tarde a actividades de voluntariado. Fíjate en que a veces te encierras, y el dar no sobreviene como una cosa natural. Aunque sólo sea una sonrisa, o una limosna. Observa cuando das por obligación o por compromiso. ¿Cómo reaccionas interiormente en estas ocasiones? Presta atención a tus límites, dónde los sitúas, y lo que haces para que sean observados por ti mismo, o por ti misma, así como por los demás.

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MACUILLI TZETZELO – QUINTO PUNTO ENERGÉTICO
NACATLAXTEQUI
~ SONIDO ~

El cuello, la tiroides, la garganta, la boca y la mandíbula. Vibrar, ritmo, sonido, comunicación; hablar conectar y armonía. ¿Qué te parecen estas regiones de tu cuerpo? ¿Has tenido alguna dificultad con ellas en alguna época de tu vida?

TZOTZONA – SONIDO
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El elemento primario de la lengua nahuatl es el sonido. Los Mexicas, Mayas, Olmecas, Toltecas, creen que el universo entero se creó por el sonido.

Toxictli (nuestra abuela) y Centlalli (un polvo y otro polvo), describe como la Cexochitl, en diez y ocho veintenas, y cinco nemontemi – se despoja en nahui cahuitl (cuatro horarios) de su follaje: queni timo tlatuilti, queni timo tlacemilhuitia, queni timo tetlaquillilo, queni timo tlaco yohualli (amanecer, mediodía, anochecer, medianoche), y cuatro sonidos, son la base del lenguaje nahuatl. Es mediante el sonido y la comunicación cómo creamos continuamente nuestro mundo: le insuflamos el espíritu de Huitzilopochtli. Es en el cuarto sonido de la Madre tierra, en el Solsticio de Invierno, cuando nace Huitzilopochtli, custodiado por los tzentzontzinahua (Cuatrocientos Guerreros del Sur). El sonido confiere forma al espíritu. De ahí que el sonido y la comunicación se vinculan con la creación de Huitzilopochtli, la espresión exclusiva de nuestro espíritu guerrero.

El refinamiento de nuestras emanaciones vibratorias, como las emanaciones del águila (así lo dice Marcial Gutiérrez Atenanco), es necesario para posibilitar la penetración de los niveles superiores; exige un cierto grado de purificación corporal, es decir: prestar atención a los alimentos naturales, al consumo de plantas amargas, al ejercicio y a los paseos a las montañas, cañadas, ojos de agua; visitar las cuevas. Mediante este proceso de limpieza, entraremos en sintonía con los niveles más sutiles de la percepción en lo corporal, lo visual y lo psíquico, y ello nos permite recibir más información, con lo cual progresa nuestro nivel de conciencia.

El sonido es la vibración rítmica de las moléculas del aire. Conforme entramos en los dominios del Quinto Punto Energético, el sonido y la comunicación, vivenciamos el mundo en términos de la vibración. Nuestro trabajo sobre el mismo va a consistir en un ajuste de las propias energías vibracionales, a fin d alcanzar una expresión más clara de nosotros mismos, una mejor comunicación con los demás, y una armonía general con el entorno.
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CHICOACE TZETZELOA – SEXTO PUNTO ENERGÉTICO.
TLAHUILLI
~ LUZ ~

El sexto punto energético localizado detrás de la frente, recibe el nombre de IXQUIHICTA-NAHUATOTON, su símbolo es la cexochitl, el cual visualizaremos como de color índigo saturado. Es el centro de las facultades de la percepción visual, la extrasensorial y la intuitiva, el lugar donde almacenamos nuestros recuerdos, percibimos nuestros sueños e imaginamos nuestro porvenir. En el sexto punto energético experimentamos también la percepción de una forma de onda, pero perteneciente a una octava mas alta, la de la luz, y su propiedad de aportar informaciones de colores e imágenes.

TLAXIA - VISIÓN

Este punto energético es el de la visión, en tanto que pantalla mentar interna donde se proyectan todas la imágenes visuales del recuerdo, de los sueños, de la clarividencia y de la imaginación, este punto es el centro que recibe, almacena, interpreta, crea y proyecta información codificada visualmente. Su nombre Ixquihicta-nahuatoton significa al mismo tiempo percibir y disponer una visualización sólidamente sostenida. Es el primer paso para inducir la manifestación de una forma mental etérica. Y asumimos la disposición sobre nuestra vida por medio de las imágenes que tenemos en la mente.


Quipiatzetze – Facultades Extrasensoriales

El Ixquihicta-nahuatoton se relaciona con las facultades de la intuición y parapsicológicas, en particular de la clarividencia, ixquihicta esta palabra nahuatl significa mas allá de su sentido literal de “ver claro” la facultad de ver por encima de las limitaciones del espacio y el tiempo, y percibir pautas energéticas como las de los puntos energéticos y el “huevo de colores” (totoltetltlapallo) bien para percibir, sea para recibir informaciones futuras o procedentes de un lugar lejano, deriva para percibir e interpretar, de entre las imágenes que contiene nuestra mente, aquellas que portan una información valida sobre cierta persona, lugar o situación.

La intuición, otra facultad psicológica más sutil, es la facultad de ver o captar situaciones por vía no lógica, como en un “salto intuitivo” descrito a veces con bastante exactitud con frases coloquiales como “se me encendió el foco”, aunque la intuición no siempre implica la percepción de una imagen visual interna. Todos nosotros ponemos en juego la intuición como parte de nuestra vida cotidiana. Muchas personas son al menos parcialmente clarividentes, y muchas de las facultades parapsicológicas básicas las pueden desarrollar. Cualquiera que esté dispuesto a emplear en ello el tiempo y la energía para llegar a Tzompolli.


Monaca - Imagen

1) ¿Qué imagen tengo de mi propia presencia física?
2) ¿Qué importancia reviste para mí el aspecto físico y el apego a mi imagen física?
3) ¿En qué medida prejuzgo a los demás por su imagen?

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CHICOMOZ TZETZELO – SÉPTIMO PUNTO ENERÉTICO
~ ILNAMIQUI ~ PENSAMIENTO ~

Este punto energético controla el córtex cerebral; ahora nos movemos en espacios menos físicos, o sea que no vas a interrogarte sobre el estado de tu cabeza, sino acerca de lo que ocurre en la mente, es decir: cómo te consideras en tanto que ser pensante, en qué posición estás con respecto a tus facultades mentales, y qué problemas tienes en tal sentido. Estamos ahora en el Xochioh, donde está el florecimiento en lo más alto de nuestra cabeza. La corona de flores (Tzontecoxochi) guarda relación con el pensamiento, la consciencia, la información y la inteligencia; y así como las raíces de nuestro florecimiento fundamental se ramifican hacia abajo, así también los brotes de la consciencia se multiplican a partir del Xochioh, corona para percibir, analizar y asimilar innumerables partículas de información, integrándolas todas en la matriz creciente del entendimiento. Por donde resulta que este florecimiento se vincula con nuestra manera de pensar, nuestros sistemas de creencias y nuestra relación con las potencias superiores.

Ilnamiqui – Pensamiento

El séptimo punto energético guarda relación con los procesos del conocimiento, lo mismo que los demás puntos energéticos se vinculan con la vista, el oído o la vida emotiva, consideremos nuestra manera de pensar, tanto los contenidos y preguntémonos: ¿Cómo sabemos que sabemos? Y ¿quién o qué es el que sabe? La respuesta a ambas preguntas es la misma consciencia que se trata de comprender, asumir y mejorar. Ya que ahora nos planteamos la tarea de examinar nuestros pensamientos, nuestras creencias y los procesos de percepción, análisis y almacenamiento de las informaciones, lo que es como decir, examinar la consciencia misma.

Al definir el concepto de punto energético sugeríamos la analogía de un disco informatico, y decíamos que cada punto contiene un programa especifico, mediante el cual regimos nuestra vida.

Siguiendo con la analogía cabe decir que, el punto energético xochioh (“corona”) es el disco que contiene el sistema operativo de la biocomputadora que es el cuerpo-mente. Nuestras creencias esenciales determinan el tipo de sistema operativo por el que nos regimos. Si yo creo que todos van por mí, todas las informaciones que yo perciba serán procesadas a través de este sistema operativo paranoide, y me comportare en consecuencia. En cambio, sí creo que el mundo es un lugar esencialmente benévolo, lo más probable es que me comporte de acuerdo con esa creencia y de manera que la corrobore, es decir que seguiré viendo benevolencia en todas partes. O dicho de otro modo, que las cosas son del color del cristal con que se miran.

El pensamiento, elemento asociado al punto energético xochiuh, es la primera emanación de la consciencia en su camino hacia la manifestación. Podríamos interpretar el pensamiento como la semilla de la manifestación, el plano rector que determina la forma de lo que va a crearse. Para ver lo que es la consciencia, por tanto, basta con mirar a nuestro alrededor. Todo esto que vemos son manifestaciones de la consciencia, bien se trate de un edificio nacido de la imaginación de su arquitecto, o de un árbol que extiende sus ramas hacia la luz del día, del sol, o de un animal que busca comida.

Pero ¿Qué es la consciencia, esa noción tan delicuescente, y para qué sirve?

La consciencia, por mucho que abarque, es una experiencia interior. Cada cerebro humano contiene unos 13,000 millones de neuronas unidas entre sí por un número muy superior de conexiones, tal que podría llegar a superar el número de átomos del universo. Esta sorprendente comparación nos dice que estamos dotados de un instrumento notable. Dado que hay 100 millones de receptores sensoriales en el organismo y 10 billones de sinapsis en el sistema nervioso, cabe deducir que la mente es 100,000 veces más sensible a su medio interno que al entorno exterior, ciertamente, adquirimos y elaboramos nuestro conocimiento desde la interioridad.

Tlaxocamachilillia – Gratitud

No hagas nada durante un día entero, para dedicarlo al silencio en Xochitlan.

Xiton- silencio.

Ayuna un día en Xochitlan – siente la caricia del viento, que cura, limpia, energiza y magnetiza.

Experimenta dormir, dormir en Xochitlan, hasta que tu cuerpo sienta el descanso verdadero.

Experimenta la reclusión en las rocas de Xochitlan, y observa las reacciones de tu mente durante este proceso.

Asiste a una clase sobre un tema del Camino del Nahuatl, espiritualmente estimulante, en Xochitlan.

Asiste a un retiro y encuéntrate a ti mismo en Xochitlan, para contactar con la naturaleza y las estrellas.


Mi agradecimiento a
mi Maestro de la Montaña.
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Artemio Solis Guzman
-y las tres Guerreras-

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EL CAMINO DEL NAGUAL - (NAHUATL)

ANTIGUA TRADICIÓN DE MALACATETICPAC (Milpa Alta)

Dedicado con amor cósmico a mis alumnas.
19 de Noviembre, 2009
~ Chonita ~

Conciente ==> Razonamiento ==> Sentimiento
Subconsciente ==> Discernimiento ==> Imaginación
Inconsciente ==> Reflexión ==> Percepción
Supraconsciente ==> Pensamiento ==> Intuición



Huixilopoxtli in Mollinia
Huitzilopochtli (la voluntad) en Movimiento


En la ruta del Nahuatl, la auto-exploración y la sanación, es ir anotando diariamente en la mente, alma, cuerpo y espíritu, en donde anotemos las experiencias, los pensamientos, discernimientos, reflexiones, razonamientos, y emociones. De esta manera tendremos ordenados los contenidos de nuestra mente, y empezaremos a distinguir las rutas que informan el rumbo de nuestra vida (Xineneme ipan Ixtlan).

Muchas y muchos caminos y ejercicios del Nahuatl, darán lugar a pensamientos y emociones, las cuales proporcionarán un punto de partida para escribir. Por otra parte, nacerán ideas concretas para relajar y escribir en tu cuerpo, lo que concierne a cada uno de los puntos energéticos del Chicomoztoc, (siete puntos energéticos de Huitzilopochtli). Una vez comenzado, hallarás material para escribir sobre las cuestiones que te preocupan en la vida diaria, en los recuerdos, en los conflictos que es necesario recorrer para separarlos, en las notas que necesitabas escribir, y que no te has atrevido para enviarlas. Poner por escrito unos pensamientos o emociones, viene a ser como reconocerlos, admitiendo como propio, lo que tal vez no te atrevías a enfrentar… y confiere confianza a lo que quizás estaba confuso. Andando el Camino del Nahuatl con el Huitzilopochtli (voluntad logradora), a su tiempo te encontrarás con una historia del camino, una crónica de tus progresos, mientras avanzas por la vida.

Ilnamiquia – Recordar

Empezaremos por un examen de tu situación actual. Encabeza tu escrito diario, con la fecha y hora: In Tlacayo Huitzilopochtli (Nacimiento de Huitzilopochtli), en una actitud de fuerza de voluntad, y ponte a resumir cómo estás ahora. Que sea más bien como un resumen científico de tu vida. No un examen de conciencia, ni un juicio sobre tus defectos y virtudes. Imagina que estás valorando un universo de posibilidades, y aunque el trabajo sobre tu chicomoztoc normalmente procede de lo inferior a lo superior, en este camino empezaremos por los aspectos espirituales de tu vida.


Tzetzeloa – Lo Espiritual
.
¿En qué forma fundamental se basa tu espiritualidad? La respuesta puede variar desde el nombre de un pensamiento religioso, hasta algo tan sencillo como admirar una nube. Si crees que no hay en tu vida ninguna forma de espiritualidad ¿Lo acusas como una pérdida de tiempo, o te parece bien tal como está?

•• ¿Es una forma de espiritualidad heredada? Por ejemplo, ¿La fe en algo, o creencia elegida por ti? (¿o ambas cosas a la vez?). Si ha sido elegida por ti ¿qué acontecimientos motivaron esa opción?

••• ¿Estás satisfecho, o satisfecha, con el aspecto espiritual de tu vida?

•••• ¿Qué parte de tu vida dedicas a la práctica de tu espiritualidad? ¿Desearías que fuese más grande o más pequeña?

•••••
¿Qué objetivos te plantearías en lo espiritual, si es que tienes algunos? ¿Crees que subsiste alguna programación espiritual relacionada con tu infancia, que te gustaría recuperar, o que, por el contrario, prefieres olvidar?

In Ilhuitl - Lo Mental
.
¿Qué partes de tu vida dedicas a las actividades mentales (razonar, discernir, reflexionar y pensar resoluciones, dejar vagar la imaginación). ¿Te gustaría que fuese más grande, o más pequeña?

•• ¿Te parece mentalmente estimulante tu trabajo? ¿y tus amistades te lo parecen? ¿Y tu vida familiar?

••• ¿Cuántos libros lees al mes? ¿Cuántas horas de internet, televisión, discusión laboral, con amistades, u otras distracciones?

•••• ¿Tienes confianza en tu propia capacidad mental? ¿Estás satisfecha, o satisfecho, con ella?

••••• ¿Lo estás en cuanto a tu nivel de estudios?

•••••• ¿Cuál es tu actividad mental favorita, y qué beneficios obtienes de ella?


Mopaquillia – Lo Emocional

¿A lo largo de una veintena ¿en qué estados te hallas la mayor parte del tiempo?

•• ¿Te parece emocionalmente satisfactoria tu vida? ¿Tus relaciones? ¿Tu trabajo? ¿Tu pareja?

•••
¿Qué objetivos desearías alcanzar en lo emocional? (Por ejemplo: más seguridad, menos irritabilidad, más interés por no enojarte, no regañar, no entristecerte, no sentirte importante, más interés por las cosas, ser paciente y prudente?).


In Tonachicahuac – Lo Físico

Ponte en sintonía con tu cuerpo, dedicándole el tiempo necesario. ¿En qué lugares te parece que pierdes el tiempo, abotargado, tenso, adolorido? ¿En qué otros aspectos te hallas lleno de energía, fuente de placer, fuerte, lleno de vida? Profundiza y estudia la cuestión sin juzgar nada. Escribe qué partes de tu cuerpo merecen tu atención, y lo que te parecen, tanto en lo positivo como en lo negativo.

•• En conjunto ¿Qué piensas de tu cuerpo? ¿Le prestas atención? Te hace felíz su manera de conducirse y comportarse? ¿Es un placer vivir dentro de tu cuerpo, o te parece más bien como una carga, excesivamente pesada, que arrastras durante toda la vida? ¿Padeces dolores crónicos, o algún tipo de hipocondría?

••• ¿Cuánto tiempo le dedicas diariamente (en ejercicios, darle masajes, salir a explorar los cerros, cañadas, ojos de agua, estar en contacto con la naturaleza, observar las estrellas, visitar las zonas arqueológicas, hacer el motzotzohua (sexualidad), con plenitud, no por instinto o necesidad, sino por la conciencia cósmica?

•••• ¿Qué objetivos tienes señalados para él? (Por ejemplo, una ortodoncia, un traje nuevo, perder peso o ganarlo, regenerarlo, curarlo, rejuvenecerlo).


Chicomachiotona
(Mapa de los Siete Puntos Energéticos)


Sobre una hoja grande de maguey, o de papel de amate, dibuja la silueta de tu cuerpo, colorea la figura, de manera que cada color represente las sensaciones que las diversas partes del cuerpo te inspiran. Que los colores irradien de aquellas partes en que te sientes más libre. O representa mediante tonos oscuros o ángulos agudos, los bloqueos que padeces. Interrógate acerca de tu conexión con la Tierra, con la espiritualidad, con la amabilidad, con la lealtad. No se trata de reflexionar intelectualmente acerca de ello, sino sentirlo de una manera directa. Confiésate tus sentimientos sin juzgarlos ni ponerlos en relación con ninguna supuesta disciplina o norma, acerca de cómo deberían de ser.

Más tarde practicaremos este mismo ejercicio desde una perspectiva distinta: cuando hayas acabado el cuadro, considéralo en conjunto. ¿Qué impresión te comunica? ¿Qué te parece lo que estás viendo? ¿Sientes compasión, insatisfacción, desencanto, censura, atracción y satisfacción?


Tlenticpia – Los Derechos

Volviendo al Chicomoztoc, pregúntate para cada punto energético: ¿En qué manera ha sido infringido ese derecho en tu vida? ¿Qué has hecho para reivindicarlo?

La finalidad de este interrogante es suministrarle un punto de encaje, un intento para acecharlo, un punto de partida, una valoración. Una vez trabajado el Chicomoztoc, tal vez intentes echar una mirada retrospectiva, releer tu diario y compararlo con tus sentimientos actuales. Sólo así podrás tener la seguridad de que tu derecho y tu izquierdo son el Chicomoztoc.


TZETZELO – PRIMER PUNTO ENERGÉTICO
TLALLI
~ TIERRA~

Este punto energético, fortalece las piernas, es el cóccix, la base de la columna vertebral, los pies rigen el cuerpo, y el intestino grueso. ¿Qué piensas de esas regiones de tu cuerpo? ¿Has tenido alguna dificultad con ellas en algún momento de tu vida?

Cuando termines, apapacha tus pies y habla con ellos sin miedo. Quéjate:

Pies: “Estoy cansada e irritada, nadie hace caso de mi”.
.
Tobillos: “Nunca pienso en mi misma; apenas tengo presencia".

Pantorillas: ”Me gusta correr y jugar; estoy oprimida y sobre llevo mucho peso. Quiero ser libre.”

Rodillas: “Me siento vieja y fatigada. No me doblego con facilidad.”

Muslos: “Me siento lenta y torpe. No tiene ninguna gracia eso de llevar mucho peso. Me gustaría divertirme un poco.”

Caderas: “Soy fuerte y robusta. Me gustaría moverme un poco más.

Trasero: “Solo se me utiliza para sentarme, y estoy siempre relegada atrás. Quiero bailar más y que alguien se fije en mi".

Genitales: “Estoy sola. Desearía que alguien me visitara. A veces tengo miedo, pero otras veces excitada".


OME TZETZELOA – SEGUNDO PUNTO ENERGÉTICO
IXTELOLO YOHUALLI
~ AGUA ~

Este punto energético del punto sacro y la región lumbar, las caderas, y el punto sensible energético. ¿Qué te parecen esas zonas de tu cuerpo? ¿Has tenido alguna dificultad con ellas en algún momento de tu vida?


Nexpactia – El Placer
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El placer nos induce a expandirnos. Si alguien nos toca el hombro, o por otra manera nos obsequia y lo hace de manera leal y desinteresada, tendemos a relajarnos, a permitir que nuestras energías fluyan y se proyecten al exterior. La energía y la conciencia se hallan intrínsecamente inter-relacionadas. Cuando suprimimos nuestros sentimientos, nuestras sensaciones y nuestro flujo energético, también restringimos nuestra conciencia; limitamos el cambio que podríamos experimentar, y dirigimos nuestros esfuerzos al propósito de conseguir que las cosas queden como estaban antes. En cambio, el placer nos ayuda a expandir nuestra conciencia.

Motzotzohua – La Sexualidad
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El placer, la emoción, la dualidad, la sensación: todo ello nos conduce a la sexualidad, a la expresión en que los opuestos se funden en uno. La sexualidad es la experiencia de la atracción, del movimiento, del sentimiento, del deseo, y de la relación… todo ello envuelto en la experiencia gozosa del placer. La dulzura del placer es la xalchichicueyatl (piedra preciosa), joya del chicomoztoc que representa el segundo punto energético. El nombre nahuatl de éste es ixtelolo yohualli, que significa: el ojo que ve de noche con dulzura.

Las prácticas para el segundo punto energético, implica un trabajo sobre las emociones y la sexualidad, así como sobre la fluidez de movimientos a través del cuerpo, teniendo en cuenta que estos no son aspectos separados o independientes, sino intrínsecamente entretejidos. Al mover el cuerpo, movilizamos emociones sumergidas, o deseos sexuales. Al liberar las emociones, hacemos posibles que el cuerpo se mueva con más facilidad, y estaremos más abiertos al placer. La experiencia del placer puede ponernos en contacto con nuestro cuerpo, y ayudar a contrarrestar emociones penosas. Cada una de las prácticas puede mejorar los demás aspectos.


YEI TZETZELOA – TERCER PUNTO ENERGÉTICO
XICO
~ FUEGO ~


El tercer punto energético influye en el ombligo, el plexo solar, entre el ombligo y la base del esternón.

¿Qué te parece esta zona de tu cuerpo? ¿Has tenido alguna dificultad con ella en algún momento de tu vida?

Nuestro elemento es el fuego, y este punto energético gobierna la creación, y la expresión de la energía en el organismo. El fuego es el gran trasformador, el que convierte la materia en energía, bajo las formas de calor y luz. Y así como nuestros dos primeros puntos energéticos (la tierra y el agua) están sujetos a la fuerza de la gravedad, y fluyen hacia abajo, el fuego envía su calor y sus llamas, hacia arriba. Este cambio es necesario para el proceso trasformacional que implica la ascensión de la energía hacia los puntos energéticos superiores. En lo fisiológico, remite al metabolismo, ese proceso por el cual los alimentos y el agua se trasforman en energía y calor. En los psicológico, se alude a nuestra expresión del poder personal y de la voluntad, así como a los actos creados por la combinación cuerpo-movimiento que viene de abajo, a atemperados por la conciencia que viene de arriba.

Un punto energético saludable implica una sensación de soltura, de facilidad, de calidez. Hay risas, placer, armonía con lo que nos rodea, y la alegría de lo bien hecho, que además responde a un propósito definido. El poder proviene de dentro, sin opresión ni sumisión. No es un poder resultante de la dominación – sobre sí mismo, o a través de otros – sino un resultado de la combinación mente-y-cuerpo, yo-y-otros, pasión-y-compasión.


NAHUI TZETZELOA – CUARTO PUNTO ENERGÉTICO
YEYECATL
~ CORAZÓN ~


El cuarto punto energético está centrado en los temas del amor y la compasión, así como en el elemento aire.

Dedica un poco de tiempo a reflexionar sobre los conceptos siguientes: recibir, aliento, afinidad, gracia, dar, equilibrio y paz. Esta energía interesa al corazón, así como a la parte superior del tórax y de la espalda. ¿Qué sentimiento te inspiran esas partes de tu cuerpo? ¿Has sufrido alguna dificultad en ellas en algún momento de tu vida?


YEYECATL
~ AIRE ~

El órgano cardíaco es el centro del amor, la compasión, el equilibrio y la paz. Su elemento es el aire, el más ligero de todos. El aire es el elemento de la respiración, del oxígeno inyectado en nuestra corriente sanguínea con cada latido de nuestro corazón. Los pulmones, conforme se llenan de de aire y se vacían, son como las ramificaciones, y los brotes del órgano cordial. Las células del corazón laten al unísono, y lo hacen sin cesar desde el seno materno, y durante toda la vida. Al trabajar con el aire, en nuestra interacción con el aire mediante la respiración, adquirimos acceso a los aspectos físicos y espirituales.


QUIMAQUILLIA – DAR

Regala una sonrisa a una persona desconocida que padezca tristeza; dona dinero para una causa humanitaria; dedica una tarde a actividades de voluntariado. Fíjate en que a veces te encierras, y el dar no sobreviene como una cosa natural. Aunque sólo sea una sonrisa, o una limosna. Observa cuando das por obligación o por compromiso. ¿Cómo reaccionas interiormente en estas ocasiones? Presta atención a tus límites, dónde los sitúas, y lo que haces para que sean observados por ti mismo, o por ti misma, así como por los demás.


MACUILLI TZETZELO – QUINTO PUNTO ENERGÉTICO
NACATLAXTEQUI
~ SONIDO ~

El cuello, la tiroides, la garganta, la boca y la mandíbula. Vibrar, ritmo, sonido, comunicación; hablar conectar y armonía. ¿Qué te parecen estas regiones de tu cuerpo? ¿Has tenido alguna dificultad con ellas en alguna época de tu vida?

TZOTZONA – SONIDO
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El elemento primario de la lengua nahuatl es el sonido. Los Mexicas, Mayas, Olmecas, Toltecas, creen que el universo entero se creó por el sonido.

Toxictli (nuestra abuela) y Centlalli (un polvo y otro polvo), describe como la Cexochitl, en diez y ocho veintenas, y cinco nemontemi – se despoja en nahui cahuitl (cuatro horarios) de su follaje: queni timo tlatuilti, queni timo tlacemilhuitia, queni timo tetlaquillilo, queni timo tlaco yohualli (amanecer, mediodía, anochecer, medianoche), y cuatro sonidos, son la base del lenguaje nahuatl. Es mediante el sonido y la comunicación cómo creamos continuamente nuestro mundo: le insuflamos el espíritu de Huitzilopochtli. Es en el cuarto sonido de la Madre tierra, en el Solsticio de Invierno, cuando nace Huitzilopochtli, custodiado por los tzentzontzinahua (Cuatrocientos Guerreros del Sur). El sonido confiere forma al espíritu. De ahí que el sonido y la comunicación se vinculan con la creación de Huitzilopochtli, la espresión exclusiva de nuestro espíritu guerrero.

El refinamiento de nuestras emanaciones vibratorias, como las emanaciones del águila (así lo dice Marcial Gutiérrez Atenanco, es necesario para posibilitar la penetración de los niveles superiores; exige un cierto grado de purificación corporal, es decir: presta atención a los alimentos naturales, al consumo de plantas amargas, al ejercicio y a los paseos a las montañas, cañadas, ojos de agua; visitar las cuevas. Mediante este proceso de limpieza, entraremos en sintonía con los niveles más sutiles de la percepción en lo corporal, lo visual y lo psíquico, y ello nos permite recibir más información, con lo cual progresa nuestro nivel de conciencia.

El sonido es la vibración rítmica de las moléculas del aire. Conforme entramos en los dominios del Quinto Punto Energético, el sonido y la comunicación, vivenciamos el mundo en términos de la vibración. Nuestro trabajo sobre el mismo va a consistir en un ajuste de las propias energías vibracionales, a fin d alcanzar una expresión más clara de nosotros mismos, una mejor comunicación con los demás, y una armonía general con el entorno.

Queda por completarse la última parte de éste texto,
PROXIMAMENTE
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Gracias por tu Visita!
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VUELVE PRONTO
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miércoles, 22 de julio de 2009

AGRADECIENDO
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‑Los guerreros‑viajeros no dejan cuentas pendien­tes ‑dijo don Juan.

‑¿A qué se refiere usted, don Juan? ‑pregunté.

‑Es hora de que arregles algunas deudas que has contraído durante tu vida ‑dijo‑. No es que vayas a poder pagarlas por completo, no, pero tienes que hacer un gesto. Tienes que hacer un pago de muestra para re­parar, para apaciguar al infinito. Me contaste de tus dos amigas que tanto estimabas, Patricia Turner y Sandra Flanagan. Es hora de que vayas a encontrarlas y que les hagas, a cada una, un regalo en el que gastes todo lo que tengas. Tienes que hacer dos regalos que van a dejarte sin un céntimo. Ése es el gesto.

‑No tengo idea dónde están, don Juan ‑dije, casi con humor de protesta.

‑Ése es tu desafío, encontrarlas. En tu búsqueda, no vas a dejar piedra sobre piedra. Lo que vas a intentar es algo muy sencillo, y a la vez, casi imposible. Quieres cru­zar el umbral de la deuda y en una barrida, ponerte en li­bertad para continuar. Si no puedes cruzar el umbral, no hay motivo para tratar de continuar conmigo.

‑Pero, ¿de dónde le vino la idea de esta faena para mí? ‑pregunté‑. ¿La inventó usted mismo porque lo cree apropiado?

‑Yo no invento nada ‑dijo, como si nada‑. Con­seguí esta tarea del infinito mismo. No es fácil decirte todo esto. Si crees que me estoy divirtiendo de maravilla con tus tribulaciones, estás en un error. El éxito de tu misión me vale más a mí que a ti: Si fracasas, pierdes muy poco. ¿Qué? Tus visitas conmigo. Vaya cosa. Pero yo te perdería a ti, y eso significa para mí o perder la continuidad de mi linaje o la posibilidad de que tú lo cierres con broche de oro.

Don Juan dejó de hablar. Siempre sabía cuándo tenía yo la cabeza acalorada de pensamientos.

‑Te he dicho una y otra vez que los guerreros‑viaje­ros son pragmáticos ‑siguió‑. No están involucrados en sentimentalismo o nostalgia o melancolía. Para los guerreros‑viajeros, sólo existe la lucha, y es una lucha sin fin. Si crees que has venido aquí a encontrar paz, o que éste es un momento de calma en tu vida, estás equivoca­do. Esta faena de pagar tus deudas no está guiada por nin­guna sensación que tú conozcas. Está guiada por el senti­miento más puro, el sentimiento del guerrero‑viajero que está a punto de sumergirse en el infinito, y que justo antes de hacerlo, se vuelve para dar las gracias a aquellos que lo favorecieron.

‑Te tienes que enfrentar a esta tarea con toda la gra­vedad que merece ‑continuó‑. Es tu última parada an­tes de que te trague el infinito. De hecho, si el guerrero-viajero no está en un estado sublime de ser, el infinito no lo toca por nada del mundo. Así es, no te restrinjas, no te ahorres ningún esfuerzo. Empuja, despiadada pero ele­gantemente, hasta el final.

Había conocido a las dos personas a quienes don Juan se refería como las amigas que tanto estimaba, cuando asistía al colegio. Vivía en un apartamento sobre el garaje de la casa que les pertenecía a los padres de Pa­tricia Turner. A cambio de cama y comida, les limpiaba la piscina, las hojas del jardín, sacaba la basura y hacía el desayuno para Patricia y yo. También hacía de «handy­man» y de chófer. Llevaba a la señora Turner a hacer las compras y compraba licor para el señor Turner, licor que tenía que meter en la casa a escondidas y luego en su estudio.

Era un ejecutivo de aseguranzas, un bebedor solita­rio. Le había prometido a su familia que jamás iba a vol­ver a tocar una botella después de algunos altercados se­rios a causa de su excesivo consumo. Me confesó que ya no tomaba tanto, pero que de vez en cuando necesitaba una copa. Su estudio, desde luego, le estaba vedado a to­dos, menos a mí. Mi obligación era entrar allí para hacer la limpieza, pero lo que hacía en realidad era esconder sus botellas dentro de una viga que parecía servir de apoyo a un arco del techo del estudio, pero que estaba hueca. Tenía que meter las botellas a escondidas y sacar las vacías también a escondidas y deshacerme de ellas en el mercado.

Patricia estudiaba teatro y música en el colegio y era una cantante fabulosa. Su meta era llegar a cantar en las comedias musicales de Broadway. Ni vale la pena decir­lo, me enamoré locamente de Patricia Turner. Era muy delgada, buena atleta, de pelo oscuro con facciones an­gulares y finas, y me llevaba una cabeza de estatura: punto clave para que una mujer me enloqueciera.

Parecía yo cumplir con una profunda necesidad en ella, la necesidad de cuidar de alguien, sobre todo cuando se dio cuenta de que su papá me tenía completa con­fianza. Se convirtió en mi mami. No podía ni abrir la boca sin su consentimiento. Me vigilaba como un águi­la. Hasta me escribía mis ensayos para el colegio, leía los libros de texto y me hacía resúmenes de las lecturas. Y me encantaba, no porque quería que me cuidara; no creo que esa necesidad alguna vez haya formado parte de mi cognición. Me deleitaba el hecho que ella lo hicie­ra. Me deleitaba su compañía.

A diario me llevaba al cine. Tenía entradas gratis a todos los teatros de Los Ángeles, pues se las regalaban a su padre algunos de los ejecutivos de la industria cine­matográfica. El señor Turner nunca las utilizaba; sentía que no le correspondía a un hombre tan digno, tan im­portante, utilizar pases gratis. Los dependientes del cine siempre hacían que los poseedores de tales pases firma­ran un recibo. A Patricia le importaba un pepino firmar cosa alguna, pero algunas veces los maliciosos depen­dientes querían que firmara el señor Turner y cuando yo lo hacía, no se satisfacían simplemente con la firma. Exi­gían ver identificación. Uno de ellos, un joven descara­do, hizo un comentario que nos tendió de risa a él y a mí, pero que puso fúrica a Patricia.

‑Creo que usted es el señor Truhán ‑me dijo con una de las sonrisas más maliciosas que se pudiera uno imaginar‑, no el señor Turner.

Yo hubiera podido pasarlo por alto, pero luego nos sometió a la profunda humillación de negarnos la entra­da para Hércules, con Steve Reeves.

Generalmente íbamos a todas partes acompañados por Sandra Flanagan, la amiga íntima de Patricia que vi­vía al lado, con sus padres. Sandra era totalmente lo opuesto de Patricia. Era igual de alta, pero de cara redonda, de mejillas encarnadas y boca sensual; era más sana que un mapache. No se interesaba para nada en el canto. Lo que le interesaban eran los placeres sensuales del cuerpo. Podía comer y beber lo que fuera y digerir­lo, y (la característica que acabó conmigo) después de dejar limpio su plato hacía lo mismo con el mío, cosa que siendo yo mañoso para comer, nunca había podido hacer en toda mi vida. También era excelente atlética, pero de una manera sana y fuerte. Daba golpes como un hombre y patadas como una mula.

Como acto de cortesía a Patricia, hacía los mismos quehaceres para los padres de Sandra que los que hacía para los padres de ella: limpiar la piscina, barrer las ho­jas, sacar la basura, y quemar los papeles y la basura in­flamable. Era la época cuando la contaminación del aire incrementó en Los Ángeles a causa del uso de los inci­neradores.

Quizás fue por la proximidad, o por la gracia de esas dos jóvenes, que terminé locamente enamorado de las dos.

Fui a pedirle consejos a un joven amigo mío extraor­dinariamente extraño, Nicholas van Hooten. Tenía dos novias y vivía con las dos, aparentemente muy feliz. Em­pezó dándome, me dijo, el consejo más sencillo: cómo comportarse en un cine cuando tienes dos novias. Dijo que cuando iba al cine con las dos, siempre enfocaba su atención sobre la que estaba a su izquierda. Después de un rato, las dos se levantaban y se iban al baño y a su re­greso, cambiaban de asiento. Anna se sentaba donde Betty había estado y nadie de los que los rodeaban se en­teraban. Me aseguró que éste era el primer paso en un lar­go proceso de entrenamiento para que las chicas acep­taran prosaicamente la situación de tres. Nicholas era un poco cursi y usó la gastada expresión francesa: ménage á trois.

Seguí sus consejos y fui a un cine de películas mudas en la avenida Fairfax, con Patricia y Sandy. Senté a Pa­tricia a mi izquierda y le entregué toda mi atención. Fueron al baño y a su regreso les dije que cambiaran de lugar. Empecé a hacer lo que me había aconsejado Ni­cholas van Hooten, pero Patricia no iba a aguantar tal cosa. Se levantó y se salió del teatro, ofendida, humilla­da y furiosa. Quería correr detrás de ella y disculparme, pero Sandra me detuvo.

‑Deja que se vaya ‑dijo con una sonrisa veneno­sa‑. Ya está grande. Tiene dinero para tomar un taxi.

Caí en la trampa y me quedé en el teatro, besuquean­do a Sandra un poco nervioso y lleno de culpabilidad. Estaba besándola apasionadamente cuando alguien me tiró hacia atrás por el cabello. La fila de asientos estaba suelta y se volcó hacia atrás. Patricia la atleta saltó antes de que los asientos donde nos encontrábamos sentados se cayeran sobre la fila de atrás. Oí los gritos aterrados de dos personas que estaban sentadas al final de la fila, junto al pasillo.

El consejo de Nicholas van Hooten no había valido una pizca. Patricia, Sandra y yo regresamos a casa guar­dando absoluto silencio. Emparchamos nuestras dife­rencias en medio de extrañísimas promesas, llantos, todo. El resultado de nuestra relación a tres fue que al final casi nos destruimos. No estábamos preparados para tal maniobra. No sabíamos resolver los problemas de afecto, moralidad, obligación y de costumbres so­ciales. No podía abandonar a una por la otra, y ellas no podían dejarme. Un día, al final de un tremendo alboroto y de pura desesperación, los tres huimos en distintas direcciones, para nunca jamás volvernos a ver. Me sentí devastado. Nada de lo que hacía podía borrar el impacto que habían dejado en mi vida. Me fui de Los Ángeles y me involucré en incontables cosas en un esfuerzo de apaciguar mi anhelo. Sin exagerar en lo mí­nimo, puedo decir con toda sinceridad que caí en la boca del infierno, creyendo que nunca volvería a salir. Si no hubiera sido por la influencia que don Juan tuvo so­bre mi vida y mi persona, nunca hubiera sobrevivido mis demonios personales. Le dije a don Juan que sabía que lo que había hecho estaba mal, que no tenía por qué haber involucrado a dos personas tan maravillosas en tan sórdidos y estúpidos engaños con los que yo mismo no podía lidiar.

‑Lo que había de malo ‑dijo don Juan‑ era que los tres eran unos egomaniáticos perdidos. Tu impor­tancia personal casi te destruyó. Si no tienes importan­cia personal, sólo tienes sentimientos.

»Compláceme ‑siguió‑, y haz el siguiente sencillo y directo ejercicio que puede valerte el mundo: borra de tu memoria de esas dos chicas cualquier declaración que te haces a ti mismo, como «Ella me dijo tal o cual cosa, y gritó, ¡y la otra me gritó a MÍ!» y manténte al nivel de tus sentimientos. Si no hubieras tenido tanta importan­cia personal, ¿qué te hubiera quedado como residuo irreductible?

‑Mi amor incondicional por ellas ‑dije, casi aho­gándome.

‑¿Y es menos hoy de lo que era entonces? ‑pre­guntó don Juan.

‑No, don Juan, no lo es ‑dije con toda sinceridad, y sentí la misma punzada de angustia que me había per­seguido durante años.

‑Esta vez, abrázalas desde tu silencio ‑dijo‑. No seas un pinche culo. Abrázalas totalmente por la última vez. Pero intenta que ésta sea la última vez sobre la Tie­rra. Inténtalo desde tu oscuridad. Si vales lo que pesas ‑siguió‑, cuando les presentes tu regalo, harás un re­sumen de tu vida entera dos veces. Actos de esta natura­leza hacen que los guerreros vuelen, los convierte casi en vapor.

Siguiendo los dictámenes de don Juan, tomé la tarea a pecho. Me di cuenta de que si no salía victorioso, don Juan no era el único que iba a perder. Yo también perde­ría algo, y lo que perdería me era tan importante como lo que don Juan había descrito como importante para él. Perdería mi oportunidad de enfrentarme al infinito y ser consciente de ello.

El recuerdo de Patricia Turner y Sandra Flanagan me puso en un terrible estado de ánimo. El sentimiento de­vastador de pérdida irreparable que me había persegui­do todos esos años estaba tan fresco como siempre. Cuando don Juan exacerbó esos sentimientos, supe de hecho que hay ciertas cosas que se quedan en uno, se­gún él, por toda una vida y, quizás, más allá. Tenía que encontrar a Patricia Turner y a Sandra Flanagan. La últi­ma recomendación de don Juan fue que si las encontra­ba no podía quedarme con ellas. Tendría tiempo sola­mente para expiarme, envolver a cada una con el afecto que le tenía, sin la colérica voz de la recriminación, de la autocompasión o de la egomanía.

Me embarqué en la colosal faena de averiguar qué les había pasado, dónde estaban. Empecé por interrogar a las personas que habían conocido a sus padres. Sus padres se habían ido de Los Ángeles y nadie podía darme una idea de dónde encontrarlos. No había nadie con quién hablar. Pensé en poner un anuncio personal en el pe­riódico. Pero luego, pensé que a lo mejor ya no vivían en California. Finalmente tuve que acudir a un detective. A través de sus contactos con oficinas oficiales de documen­tos y quién sabe qué, las localizó en un par de semanas.

Vivían en Nueva York, a poca distancia una de otra, eran tan amigas como siempre. Fui a Nueva York y me enfrenté primero con Patricia Turner. No había llegado a la categoría de estrella de Broadway, como había soña­do, pero formaba parte de una producción. No quise sa­ber si era como actriz o administradora. La visité en su oficina. No me dijo qué hacía. La sobresaltó verme. Lo que hicimos fue sentarnos muy cerca, tomarnos de las manos y llorar. Tampoco yo le dije qué hacía. Le dije que había venido a verla porque quería darle un regalo que expresara mi agradecimiento, y que me embarcaría en un viaje del cual no pensaba regresar.

‑¿Por qué estas palabras siniestras? ‑me dijo apa­rentemente muy preocupada‑. ¿Qué piensas hacer? ¿Es­tás enfermo? No lo pareces.

‑Fue una frase metafórica ‑le aseguré‑. Regreso a Sudamérica con la intención de hacer allí mi fortuna. La competencia es feroz y las circunstancias duras, eso es todo. Si quiero lograrlo, voy a tener que darle todo lo que tengo.

Pareció sentirse aliviada y me abrazó. Se veía igual, sólo mucho más grande, mucho más poderosa, más madu­ra, muy elegante. Le besé las manos y me sobrevino un afecto abrumador. Don Juan tenía razón. Limpio de recri­minaciones, lo que me quedaba eran sólo sentimientos.

‑Quiero hacerte un regalo, Patricia Turner -dije­-. Pídeme lo que quieras y si tengo los medios, te lo compro.

‑¿Te ganaste la lotería? ‑dijo y se rió‑. Lo maravilloso de ti es que nunca tuviste nada y nunca lo ten­drás. Sandra y yo hablamos de ti casi todos los días. Te imaginamos estacionando coches, viviendo de las muje­res, etc., etc. Lo siento, no nos podemos contener, pero todavía te amamos.

Insistí que me dijera lo que quería. Empezó a llorar y reír a la vez.

‑¿Me vas a comprar un abrigo de visón? ‑me pre­guntó entre sollozos.
Le acaricié el cabello y dije que lo haría.

Se rió y me dio un golpecito de puño como siempre lo hacía. Tenía que regresar al trabajo y nos despedimos después de prometerle que regresaría a verla, pero que si no lo hacía, quería que comprendiera que la fuerza de mi vida me llevaba por aquí y por allá; sin embargo, guardaría su memoria en mí por el resto de mi vida y quizás más allá.

Sí regresé, pero fue solamente para ver, desde la dis­tancia, cómo le entregaban el abrigo de visón. Oí sus gritos de alegría.

Había acabado con esa parte de mi tarea. Me fui, pero no me sentía ligero, vaporoso como había dicho don Juan. Había abierto una llaga de antaño y había co­menzado a sangrar. No llovía del todo afuera; había una bruma que me llegaba hasta la médula.

En seguida fui a ver a Sandra Flanagan. Vivía en las afueras de Nueva York, donde se llega por tren. Toqué a su puerta. Sandra la abrió y me miró como si fuera un fantasma. Se le fue todo el color de la cara. Estaba más hermosa que nunca, quizás porque estaba más llena y parecía del tamaño de una casa.

‑¡Pero tú, tú, tú! ‑balbuceó, no pudiendo articular mi nombre.

Sollozó y pareció estar indignada, reprochándome por un momento. No le di oportunidad de continuar: Mi silencio fue total. Terminó afectándola. Me invitó a entrar y nos sentamos en su sala.

‑¿Qué estás haciendo aquí? ‑dijo, ya más calma­da‑. ¡No puedes quedarte! ¡Soy una mujer casada! ¡Tengo tres hijos! Y soy feliz en mi matrimonio.

Disparando las palabras como si salieran de una ame­tralladora, me dijo que su marido era muy confiable, no de mucha imaginación, pero un hombre bueno; que no era sensual, que ella debía tener mucho cuidado porque se fatigaba fácilmente cuando hacían el amor, que él se enfermaba fácilmente y que a veces por ese motivo falta­ba al trabajo, pero que había logrado darle tres hijos her­mosos, y que después de haber nacido el tercero, su marido, cuyo nombre parecía ser Herbert, había renunciado por completo. Ya no funcionaba, pero a ella no le importaba.

Traté de tranquilizarla, asegurándole repetidas veces que había ido a visitarla por un momento, que no era mi intención alterarle la vida o molestarla de ninguna ma­nera. Le describí lo difícil que había sido dar con ella.

‑He venido a despedirme de ti ‑dije‑ y a decirte que eres el amor de mi vida. Quiero hacerte un regalo, como símbolo de mi agradecimiento y de mi afecto eterno.

Parecía haberla afectado profundamente. Me dio esa sonrisa abierta como antes lo hacía. La separación de los dientes le daba un aire de niña. Le dije que estaba más hermosa que nunca, lo cual para mí era la verdad.

Se rió y dijo que se iba a poner a dieta y que si hubiera sabido que venía a verla, lo hubiera hecho desde hacía tiempo. Pero que empezaría ahora, y que la próxima vez que la viera la encontraría tan esbelta como siempre había sido. Reiteró el horror de nuestra vida juntos y cuánto le había afectado. Hasta había pensado, a pesar de ser ca­tólica devota, en suicidarse, pero en sus hijos había en­contrado el consuelo que necesitaba; lo que habíamos hecho habían sido locuras de la juventud, que nunca pue­den borrarse, pero que pueden barrerse debajo de la al­fombra.

Cuando le pregunté si había algún regalo que pudie­ra hacerle como muestra de mi afecto y agradecimiento, se rió y dijo exactamente lo que había dicho Patricia Turner: que ni tenía en qué orinar, ni nunca lo tendría, porque así me habían hecho. Insistí en que me nombra­ra algo.

‑¿Me puedes comprar una camioneta en donde que­pan todos mis hijos? ‑me dijo, riéndose‑. Quiero un Pontiac o un Oldsmobile con todo los extras.

Lo dijo a sabiendas, porque en su corazón sabía que por nada del mundo podía yo hacerle tal regalo. Pero lo hice.

Manejé el coche del vendedor, siguiéndolo cuando le entregó la camioneta al día siguiente, y desde el coche estacionado donde estaba yo escondido escuché su sor­presa; pero congruente con su ser sensual, su sorpresa no fue una expresión de alegría. Fue una reacción cor­poral, un sollozo de angustia, de confusión. Lloró, pero sabía que no lloraba por el regalo. Expresaba un anhelo que tenía eco dentro de mí. Me caí en pedazos en el asiento del coche.

A mi regreso por tren a Nueva York y en mi vuelo a Los Ángeles, persistía el sentimiento de que se me esta­ba acabando la vida; se me iba como la arena que trata uno de retener en la mano inútilmente, y no me sentía ni cambiado ni liberado por haber dado las gracias y ha­berme despedido. Al contrario, sentía el peso de ese extraño afecto más profundamente que nunca. Quería po­nerme a llorar. Lo que se me vino a la mente una y otra vez fueron los títulos que mi amigo, Rodrigo Cum­mings, había inventado para los libros que nunca fueron escritos. Se especializaba en escribir títulos. Su predilec­to era «Todos moriremos en Hollywood»; otro era «Nunca vamos a cambiar»; y mi favorito, por el cual pa­gué diez dólares, era «De la vida y pecados de Rodrigo Cummings». Todos esos títulos pasaron por mi mente. Yo era Rodrigo Cummings y estaba atorado en el tiempo y el espacio y sí, amaba a dos mujeres más que la vida misma, y eso nunca cambiaría. Y como mis amigos, mo­riría en Hollywood.

Le conté todo esto a don Juan en mi informe de lo que yo consideraba mi seudo‑éxito. Lo descartó desver­gonzadamente. Me dijo que lo que sentía era simple­mente el resultado de darle rienda suelta a mis senti­mientos y mi autocompasión, y que para despedirse y dar las gracias, y que para que valga y se sostenga, los guerreros-viajeros debían rehacerse a sí mismos.

‑Vence tu autocompasión ahora mismo ‑me or­denó‑. Vence la idea de que estás herido, y ¿qué te que­da como residuo irreductible?

Lo que me quedaba como residuo irreductible era el sentimiento de que les había hecho mi máximo regalo a las dos. No con el ánimo de renovar nada, ni de hacerle daño a nadie, incluyendo a mí mismo, pero en el verda­dero espíritu del guerrero‑viajero cuya única virtud, me había dicho don Juan, es mantener viva la memoria de lo que le haya afectado; cuya sola manera de dar las gracias y despedirse era a través de este acto de magia: de guar­dar en su silencio todo lo que ha amado.
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Carlos Castaneda
El Lado Activo del Infinito