Lluvia
Él caminaba rumbo a la casa de ella. Tocó la puerta y nadie abrió. Pensó que ella había salido y que no demoraba. Volvió a tocar y sin respuesta. Se quedó sentado una hora y luego partió sin percatarse de que en ese instante ella lloraba porque había recibido una llamada que le comunicaba que a él lo habían apuñalado por la espalda y la muerte fue instantánea.
Juan Camilo Girardota